El zorzal de La Selle era desconocido para la ciencia hasta 1927, cuando el experto en aves Alexander Wetmore lo descubrió entre la espesura del bosque debajo del pico La Visite, en el Massif de La Selle, Haití. Pasarían todavía 44 años hasta que Anabelle Stockton de Dod lo encontrara por primera vez en territorio dominicano, en la Sierra de Bahoruco. Para ella, ver este ave negra, “con su pecho como un tizón ardiente” en medio de un exuberante bosque lleno de orquídeas, helechos y musgos cubiertos de gotitas de agua al amanecer, fue como un sueño. Hoy, muchos científicos y avituristas siguen soñando con ver al zorzal de La Selle. Aunque ya se conocen otras localidades para él en República Dominicana sigue siendo un reto encontrarle, debido a su timidez y preferencia por bosques oscuros y densos.
El zorzal de La Selle es un tordo mediano, con la cabeza y parte superior color carbón, pecho anaranjado y pico amarillo. Sus patas son oscuras y sus ojos están rodeados por un aro anaranjado-rojizo. Sus patas son oscuras, a diferencia del chua-chuó (Turdus plumbeus) el otro zorzal residente de nuestra isla. En la Cordillera Central y Sierra de Neiba, es más oliváceo que negro, por lo que se ha clasificado como una subespecie distinta.
El zorzal de La Selle es un ave de la alta montaña: habita entre 1,400-2,100 metros de elevación en espesos bosques nublados y húmedos de hoja ancha, o bien arbustales de hoja ancha bajo pinares. Al igual que otros tordos, camina mucho por el suelo con la cabeza inclinada hacia delante en pequeños claros del bosque, pausando abruptamente e irguiendo su cabeza cada cierto tiempo. Así busca su comida de lombrices y otros animalitos del suelo. También le gustan algunas frutitas silvestres, con lo que ayuda en la dispersión de semillas, manteniendo y restaurando el bosque. A veces camina al amanecer por carreteras o caminos abiertos, siendo esta una de las formas más fáciles de verlo.
“Entonces de un arroyo vino un sonido que desafió a la autora a describirlo. Unas notas claras, ricas y melodiosas salieron de la garganta profunda de un ave. La gloria de la luz del sol tocó el color de su pecho, haciéndolo una candela viviente y el zorzal cantó varias veces.” Anabelle Stockton de Dod
“En las oscuras sombras de su guarida sus colores se combinan tan perfectamente con el fondo que es extremadamente difícil verle a cualquier distancia excepto cuando está en movimiento.” Alexander Wetmore y Bradshaw H. Swales
Su nido asemeja una taza gruesa construida de musgo que coloca en arbustos o arbolitos. Su canto es una suave y pausada mezcla de gorjeos agradables. Al atardecer y amanecer, hace un llamado profundo y claro: tu-re-oo, con pausas marcadas. El zorzal de La Selle está considerado en peligro de extinción según la Lista Roja de la IUCN y según la Lista Roja de República Dominicana debido a la fragmentación y pérdida de su hábitat. En toda la isla, los bosques en que habita están siendo deforestados por el avance de la agricultura, o bien degradados por la extracción de leña y la fabricación de carbón vegetal. Es muy lamentable ya que estos bosques de montaña tan especiales de La Española, también albergan una rica comunidad de aves residentes y migratorias, incluyendo otras especies amenazadas. Hoy, el hábitat del zorzal de La Selle ocupa sólo pequeñas áreas discontinuas y estrechas bandas arrinconadas contra pinares o fondos de cañadas secas. Ya la Sra. Stockton de Dod en los años 1970s vaticinaba su incierto futuro, y escribía: “¡Ojalá que nuestro zorzal encuentre siempre un lugar para vivir en nuestro país!”