Con su color verde metálico, pecho gris, vientre rojo y larga cola azul con blanco, el trogón de La Española no se parece a ninguna otra ave de esta isla. En el Caribe, sólo tiene un pariente cercano, el tocororo o trogón de Cuba (Priotelus temnurus). Ambos pertenecen a la misma familia (Trogonidae) del quetzal de México y Mesoamérica, ave sagrada para los Mayas y Aztecas. Su belleza y nostálgico canto han inspirado emotivos poemas y escritos. Estos incluyen un conmovedor poema de Peña y Reynoso que contrapone el valor de la libertad del trogón, que habita bosques remotos, frente a la docilidad del ruiseñor, capaz de adaptarse a las ciudades. También Lefèbvre narra emotivamente sus intentos fallidos de domesticarlo, concluyendo: “un ave que huye tan lejos de nosotros, y cuya felicidad ha puesto la naturaleza en la libertad y en el silencio del desierto, no parece nacida para la esclavitud.” El trogón de La Española tiene diversos nombres comunes. En Haití, donde es el ave nacional, es llamado “kanson wouj” (calzón rojo) por su vientre carmesí.
Sus nombres en República Dominicana incluyen, además de trogón, piragua y papagayo. Sin embargo, llamarle papagayo se presta a confusión ya que no guarda relación cercana con la familia de los guacamayos y loros a la que éste nombre se aplica comúnmente. Un crítico incluso ha rastreado el uso del nombre de papagayo para esta ave en territorio dominicano, catalogándolo de “invento” de escritores extranjeros, a la vez que documenta el uso histórico de otros nombres como tocoroi, tocoloro o tocororo (igual que el trogón cubano, nombre seguramente originado por la onomatopeya de su voz), así como piragua.
El trogón de La Española habita en bosques naturales a elevaciones medias y altas (desde 380 a 3,000 metros), especialmente en bosques húmedos y pinares. Come principalmente frutas e insectos, pero también otros invertebrados y hasta pequeños lagartos. Uno de sus frutos favoritos es el del árbol palo de cotorra (Brunellia comocladifolia), especie clave del dosel de bosques húmedos o latifoliados. Este trogón pasa mucho tiempo posado quieto en un árbol, con una manera de posarse única: cabeza encogida entre los hombros, pies cubiertos con las plumas del vientre y cola recta debajo. Generalmente, los trogones se ven en parejas, cada uno llamando al otro a través del bosque. Su voz consiste en un toca-loro; coc, carao; o bien coc-crau, repetido varias veces, especialmente temprano en la mañana. Su repertorio también incluye arrullos y lloriqueos.
“Adiós, palmeras de esmeralda y oro; Enhiesto y melancólico pinar, Donde posa cantando el tocororo, Donde anida y arrulla la torcaz.” José Joaquín Pérez
“¿Por qué siempre te ocultas entre la selva umbría dando al aire tu acento de dulzura infinita?” Manuel de Jesús de Peña y Reynoso
Aunque canta a menudo, es difícil encontrarle por el sonido, porque parece ser ventrílocuo. Actualmente, la lista roja de la UICN considera al trogón de La Española como casi amenazado debido a la destrucción y degradación de los bosques que habita. También está en la lista roja de República Dominicana como vulnerable a la extinción. Otra amenaza que sufre es la escasez de cavidades donde anidar, ya que usa huecos de árboles viejos en bosques maduros o nidos abandonados de carpintero. Debido a que muchos de estos árboles y bosques han desaparecido, la competencia con otros usuarios (carpinteros, cotorras, pericos) es intensa. A fin de aumentar su éxito reproductivo, investigadores dominicanos y cubanos han recurrido a la estrategia de instalarles nidos artificiales, construirles cavidades en árboles y mejorar nidos naturales existentes. Estos esfuerzos han logrado buenos resultados, aun cuando ocasionalmente el carpintero de La Española reclame algunas cavidades para sí. Si hablara, probablemente diría que él tiene derecho pues también es endémico y hermoso.