La hermosa perdiz coquito blanco, al igual que otras perdices de su género (Geotrygon) son muy parecidas a las palomas o tórtolas en cuanto a forma y tamaño, pero a diferencia de esas grandes voladoras, anidan, se alimentan y viven casi toda su vida en el suelo de los tupidos bosques en que habitan. La perdiz coquito blanco a menudo se encuentra en los mismos bosques que la perdiz colorada (G. montana), pero sus hermosos colores tornasolados la hacen inconfundible. Los lados de su cuello son violeta-rojizo o violeta y la mayor parte de su cuerpo es gris, más oscuro por encima, con un matiz de violeta metálico. Su vientre bajo y las plumas de debajo del ala son rojizas. El ojo es rojo, y las patas también son rojizas. Pero su marca más distintiva es la frente blanca inmaculada, la cual le da su nombre (coquito en República Dominicana significa cabecita).
Aunque el nombre común para las aves de este grupo es perdíz, en República Dominicana mucha gente también las llama “perdía”, quizás también porque se “pierden” muy bien en su hábitat. Por sus colores, algunos campesinos piensan que la perdiz coquito blanco es un híbrido entre una paloma turca (Patagioenas squamosa) y la perdiz colorada, posiblemente porque recoge parte de los colores de una y parte de la otra.
La perdiz coquito blanco vive en bosques húmedos de montaña de La Española que tienen mucha hojarasca y malezas en el suelo. Hasta ahora sólo se ha reportado para las principales cordilleras de República Dominicana (Sierra de Bahoruco, Sierra de Neiba y Cordillera Central), a elevaciones entre 700 y 1,700 metros. Se alimenta de semillas en el suelo, y puede verse andando en pareja o solitaria. A través de individuos recapturados se sabe que permanece fiel a algunos de sus lugares favoritos. Esta perdiz prefiere caminar, pero al ser molestada generalmente vuela distancias cortas a baja altura y se esconde entre la vegetación.
Cuando camina o incluso cuando está parada o posada, esta perdiz hace un movimiento muy peculiar subiendo y bajando su cabeza. Pero es verdaderamente difícil de observar; se oye el canto mucho más de lo que se ve. Su llamado consiste en un jup-jup-jup-jup repetido rápidamente, con el tono subiendo un poco, entonces cambia el tono de repente y canta un vibrante cuu-cu-cu. Uno de los pocos nidos observados de la perdiz coquito blanco consistía en una plataforma formada por agujas de pino secas, colocadas en un árbol a unos 6 metros sobre el suelo. Fue recientemente separada de la perdiz azulona de Cuba (G. caniceps).
“...arriba de Constanza, en la selva espesa donde gráciles palmas inclinan sus penachos en medio de la aún más densa vegetación, él escuchó un llamado extraño, seguramente de una paloma pero no una paloma conocida, que iniciaba como un débil jut jut jut repetido con gran rapidez, perceptible solo a algunas yardas y que cambiaba de repente a un hueco y resonante …ooo… que llegaba al oído en latidos pausados y vibrantes durante un minuto, un sonido capaz de viajar largas distancias a través del empapado verdor.” Alexander Wetmore y Bradshaw H. Swales
“Fue un ave verdaderamente maravillosa que bien recompense las largas caminatas sobre senderos execrables a la débil luz del alba, y las esperas en la selva mojada..” Alexander Wetmore y Bradshaw H. Swales
Se cree que la perdiz coquito blanco se ha vuelto muy escasa debido la triple amenaza de la deforestación de los bosques de montaña, a la cacería y los mamíferos introducidos. Ya en 1931 Wetmore y Swales vaticinaban su suerte: “Aparentemente la especie ahora tiene una distribución considerable en las altas montañas pero pronto se restringirá a medida que los bosques húmedos que son su hogar están siendo cortados para ser sembrados de cultivos.“ De hecho, parece ya haberse extinto en la Sierra de Neiba, y es sumamente escasa en la Cordillera Central. Reflejando esta situación, está clasificada como En Peligro de Extinción por la lista roja de la UICN, así como la lista roja de República Dominicana.