Cotorra de
La Española (Amazona ventralis)

La familia de las cotorras o loros tiene una larga historia junto a los humanos. El primer escrito data de la antigüa Grecia, pero seguramente se trata de una relación más vieja, ya que pueblos nativos de todos los continentes las han tenido como mascotas. Esto incluye a nuestros Taínos, quienes las llamaban higuacas. Con su plumaje verde brillante adornado de colores primarios y sus alegres sonidos, nuestra cotorra es una de las aves más llamativas de la isla. De hecho, Cristóbal Colón las llevó de regalo a los reyes de España al regreso de su primer viaje a las Antillas en 1493. Como otras cotorras, es rechoncha, de cabeza grande y pico muy grueso, pero su frente blanca y vientre rojizo la distinguen de las demás. Vuelan en bulliciosas bandadas, mostrando sus plumas primarias y secundarias azules mientras lanzan sus llamados de cornetas.

Viven desde el nivel del mar hasta las altas montañas de nuestra isla, siempre que haya frutos y semillas silvestres que comer. Pueden producir e imitar muchos sonidos; esta habilidad parece asegurar su pertenencia a la bandada en que viven. Eligen su pareja de por vida y anidan poniendo 2 a 4 huevos en huecos de árboles o palmas, muchas veces reutilizando nidos del pájaro carpintero que remodelan a su gusto.

VU Vulnerable

Estado de Conservación

Nuestra cotorra es, sin lugar a dudas, el ave favorita de los dominicanos, quienes a menudo la tienen como mascota, llamándola cariñosamente “cuca” y considerándola casi como a un miembro de la familia. Curiosamente, también ha servido de alimento, siendo descrita como “un plato delicado, que puede prepararse de distintas maneras”. Sin embargo, su belleza, capacidad de imitar el habla humana, reconocer personas, vivir largas vidas y mostrar afecto, le han ganado un lugar especial en muchos hogares, sea enjauladas o con plumas cortadas. Su locuacidad y astucia originaron la expresión popular dominicana “dar cotorra”, que significa hablar mucho, usualmente para convencer a alguien. Recientemente, se descubrió que las cotorras pueden bailar siguiendo ritmos musicales y usar herramientas, habilidades consideradas casi exclusivamente humanas.

“Estos higuacas son muy parleros cuando les enseñan a hablar la lengua humana.” Fray Bartolomé de las Casas
“Llega un momento para el profesor de idiomas en el que el mundo no es sino un lugar repleto de palabras y el hombre un simple animal parlante no mucho más maravilloso que un loro.” Joseph Conrad

Por su carisma, la mayoría de los pichones de cada temporada en República Dominicana son saqueados de sus nidos para ser vendidos o regalados como mascotas. Lamentablemente, algunas no sobreviven por haber sido sacadas prematuramente del nido, y las que sí llegan a convertirse en mascotas nunca se reproducirán y difícilmente podrán reintegrarse a la vida silvestre. Antes, las cotorras eran muy comunes en República Dominicana, registrándose bandadas de hasta 500 individuos en muchas localidades. Pero ya no. Como cada vez hay menos cotorras silvestres y ambientes naturales que les sirvan de hábitat, el futuro de sus poblaciones es incierto. Hoy esta especie se considera vulnerable a la extinción en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN y como especie amenazada en la Lista Roja Nacional. Por eso, nuestra cotorra es un vivo ejemplo de que “hay amores que matan.”