Cigua Canaria (Icterus dominicensis)

La cigua canaria pertenece a una de las familias (Icteridae) de aves con comportamientos y estilos de vida más diversos. Dentro de este grupo se destacan los turpiales de América, cuyo género (Icterus), proviene de íkteros, que significa amarillo en antiguo griego. Al igual que otros turpiales, el plumaje de la cigua canaria es de color negro lustroso con brillantes manchas amarillas en las alas, rabadilla y debajo de la cola. Los juveniles, en cambio, son de color amarillo oliváceo con alas oscuras y garganta negra o rojo oscuro. Esta fuerte variación en el color del plumaje entre adultos y juveniles de turpiales de una misma especie, ha sido de gran interés para los científicos que estudian la importancia y la evolución de los patrones de colores de las aves.

Célebres artistas también se han inspirado en los colores de los turpiales, como el pintor naturalista John James Audubon, el poeta Ramón Emilio Jiménez y la poetisa Emily Dickinson, quien les llama “los tocados por Midas.” La cigua canaria fue primero clasificada junto a los turpiales de Cuba, Las Bahamas y Puerto Rico en una misma especie (Icterus dominicensis). Sin embargo, en el año 2005, varios expertos determinaron que existían diferencias importantes en el comportamiento, plumaje, canto y medidas del cuerpo que ameritaban su separación en cuatro especies distintas. La cigua canaria retuvo el nombre científico original ya que había sido la primera en ser descrita.

LC Preocupación menor

Estado de Conservación

La cigua canaria puede encontrarse desde la costa hasta los 1,100 metros de altura en zonas donde hay palmas, incluyendo bosques húmedos y cafetales. Hoy podemos encontrar animadas bandadas de hasta 50 individuos en manglares y zonas costeras dominadas por palmas, donde pueden verse agitando las copas de los árboles en busca de frutos, flores y hasta pequeños insectos que capturan con su fuerte y puntiagudo pico. A diferencia de otros turpiales antillanos que cantan a todo pulmón de manera recurrente, la cigua canaria emite un canto débil compuesto de silbidos agudos al amanecer que es rara vez escuchado. Solemos encontrar a esta especie por su ronco llamado “no desagradable,” consistente en chur-r-churr-r o chic.

“¡Y qué vista más linda ofrece una bandada de ciguas canarias, con su plumaje negro y amarillo, saltando en las ramas! La combinación de colores contra el cielo bien azul, produce una impresión inolvidable.” Anabelle Stockton de Dod
cigua de los mayares cigua dorada y gris que pica los anones cigua de mi país viajas con loco vuelo y eres feliz viajas con loco vuelo y eres feliz ... Ramón Emilio Jiménez

Sus nidos han sido descritos como “una obra de arte.” Al igual que otros turpiales, esta especie teje diestramente su nido en forma de canasto que a menudo cuelga de una palma o bananero. Entre marzo y junio, la hembra pone de 3 a 4 huevos azulados y moteados. Varios naturalistas han documentado nidos de cigua canaria parasitados por el pájaro vaquero (Molothrus bonariensis), un ave de origen sudamericano que pone sus huevos en los nidos de otras especies (las cuales les sirven de nodrizas sin saberlo, incubando los huevos de los vaqueros y criando los pichones impostores como si fueran los suyos). Se ha relacionado a este parasitismo de nidos, junto a la desaparición de una gran parte de sus bosques preferidos con el declive en las poblaciones de cigua canaria desde la década del 1930.