Durante muchos años, los especialistas en aves pensaron que había diferencias físicas entre los machos y hembras del barrancolí de La Española. Esto se corrigió a principios del siglo XX, cuando se determinó que en realidad existían dos especies distintas. La nueva especie determinada fue el chicuí o pichuí que hoy conocemos, que junto al barrancolí forma parte de una familia exclusiva de las Antillas Mayores (los tódidos o todis). Sólo La Española posee dos especies de todis... o quizás tres, ya que un estudio indicó que hay suficientes diferencias genéticas entre las poblaciones de chicuí que están al norte y al sur de la Hoya de Enriquillo como para separarlo en dos especies. Esta diversidad de todis, igual que la existencia de otras especies “hermanas” en La Española se suele atribuir a la gran variedad de alturas que tiene, así como su peculiar origen geológico.
Por un lado, las altas montañas de la isla (que alcanzan más de 3,000 metros) crearon hábitats muy distintos que permitieron a diferentes poblaciones especializarse a ellos; por el otro, el territorio que hoy conocemos como La Española resultó de la unión de dos antiguas islas (paleoislas) hace unos 10 millones de años justo en el lugar que hoy ocupa la Hoya de Enriquillo, que fue un antiguo canal marino que unía a las bahías de Neiba y de Puerto Príncipe. Al parecer, en cada una de las paleoislas la evolución creó algunas especies propias a partir de ancestros comunes a la región.
Aunque se parece mucho, el chicuí puede distinguirse del barrancolí por ser un poco más pequeño, tener el pico más estrecho y largo, los ojos azules y la punta inferior del pico negra. También, el vientre del chicuí es más blanco, tiene gris en los costados (además del color rosa del barrancolí) y sus colores en general son más brillantes. Sin embargo, el canto es la mejor forma de distinguir a estos dos todis: haciendo honor a su nombre, el chicuí canta “chi-cuí” incesantemente. Otra diferencia es que el chicuí puede vivir a mayor altura que el barrancolí, alcanzando elevaciones de hasta 3,000 metros. El chicuí prefiere los bosques húmedos con vegetación espesa y mucha cobertura de musgos, líquenes, orquídeas, guajaca (barba de viejo), helechos y tibisí, aunque también puede ocupar pinares y cafetales de sombra en altura (entre 900 y 2,400 metros).
“Por su camuflaje, es un ser sin miedo.” Anabelle Stockton de Dod
Aunque no es tímido, es más difícil de ver que el barrancolí, debido a la densa vegetación en que habita así como su pequeño tamaño: una sola hoja puede esconderlo completamente de nuestra vista. Al igual que su pariente el barrancolí, el chicuí es un gran depredador de insectos, pero es mucho más activo que aquél. Como otros todis, el chicuí hace sus nidos en barrancos de tierra que excava con su pico y patas. Cuando están criando sus polluelos, los todis son padres muy atentos, con algunas de las tasas de alimentación a crías mayores registradas para aves insectívoras. Esto resalta su importancia en el control natural de plagas. Es un ave relativamente común donde habita, aunque a modo general ha disminuido mucho debido a la pérdida de los bosques húmedos de montaña que prefiere.