A mediados de los 1990s, unos científicos identificaron una peculiar plumita fosilizada dentro de ámbar de la Cordillera Central, República Dominicana que parecía pertenecer a un pájaro carpintero. Este fósil, preservado durante al menos 15 millones de años, correspondió a uno de los linajes de vertebrados más antiguos de La Española y todo el Caribe: nuestro carpinterito de sierra, carpintero bolo o carpinterito. Aunque esta enigmática ave fue inicialmente clasificada dentro de la sub-familia de los carpinteritos sudamericanos (Picumninae), hoy está colocado entre los carpinteritos sudamericanos y los carpinteros modernos (Picinae) en su propia subfamilia (Nesoctitinae). El carpintero de sierra es la única especie existente de su género (Nesoctites), reflejando su linaje evolutivo distinto de las demás sub-familias de carpinteros.
Aún antes de tener información genética, ya su comportamiento “no muy carpinteresco” delataba su singularidad, pues se alimenta, vuela y comunica de forma distinta a los carpinteros. Su vuelo es rápido y recto, a diferencia del vuelo ondulante característico de muchos carpinteros. También, a diferencia de los demás carpinteros, el carpintero de sierra no se cuelga de ramas y troncos, sino que procura su alimento dando saltitos entre ramas en busca de insectos y frutitas, parecido a una cigüita. Por último, nuestro carpinterito no usa su pico como un carpintero: no golpea con él rápida y fuertemente para marcar territorio, ni martillea madera para excavar sus presas.
El carpintero de sierra prefiere vegetación densa, tanto seca como húmeda hasta 1,770 metros de altura. Es común en la Sierra de Bahoruco, Cordillera Central y Cordillera Septentrional en República Dominicana, y el Massif de La Hotte en Haití. Este “pajarito de la voz grande” es fácil de escuchar ya que tiene una gran diversidad de trinos enérgicos y dúos antifonales. Durante sus dúos antifonales, un ave llama repetidamente, y menos de un segundo después, su pareja responde. ¡Y qué voz tiene! El canto del carpinterito inspira a silbar en respuesta o a inventarse alguna frase mnemónica, como “tu-tu-lu-feo” o “al-pícaro-no-le-fío.” Con su atractivo plumaje, cuerpo algo rechoncho y cola corta, el carpintero de sierra es, sin duda alguna, un avecita muy atractiva. Su plumaje es verde olivo y su vientre está veteado de amarillo. Ambos sexos tienen la coronilla amarilla, pero el macho tiene además una mancha rojo en el tope.
“El se porta más como una cigüita que como un carpintero.” Anabelle Stockton de Dod
“El bolo canta diferente y no es dañino.” Cacaotalero anónimo, refiriéndose al carpintero de sierra en comparación con el carpintero de La Española
Sin embargo, su pequeñez y colores le esconden muy bien entre la vegetación, haciendo su observación todo un reto. De primera impresión, puede parecer un ave tímida, pero con paciencia notaremos que es en realidad curiosa, locuaz y hasta belicosa dentro de su territorio, especialmente durante la temporada de reproducción. Anida en huecos abandonados del carpintero de La Española o en huecos que excava en árboles, palmas o cactus. Aún se desconocen los detalles sobre su anidamiento, pero sabemos que vigila activa y agresivamente su nido. Aunque este carpinterito no está amenazado en toda su distribución, se considera amenazado en Haití debido a la deforestación. En República Dominicana, el carpintero de sierra aún se puede encontrar a menudo en algunos cafetales y cacaotales de sombra, en donde su canto alegre agrada al campesino - seguramente aliviado de no haberse encontrado con su pariente, el despreciado y malentendido carpintero de La Española.